Quisiera aclarar antes de todo, que desde mi punto de vista,
asumo que cualquier “entidad” junto con
el entorno (y a todos los niveles) están interconectadas (unidad holística). Por lo tanto,
cualquier análisis (separación en partes) con el objetivo de comprender
intelectualmente, ya implica un error de base.
Dicho esto, en la anterior entrada mostrábamos típicos errores de la “mente intelectual”,
correspondiente al hemisferio cerebral
izquierdo. Nuestro hemisferio cerebral
derecho proporciona el soporte físico-material a nuestra percepción “intuitiva, y emocional”.
Ambos hemisferios están interconectados por el “cuerpo calloso permitiendo la interacción
de los dos aspectos que forman la unidad (ver detalles en la entrada del 10 de Junio de 2012 “Tiempo
y eternidad”).
Esta dualidad manifiesta en el ser humano, para
interconectar dos “niveles diferentes” (nivel psíquico-emocional-espiritual y
físico material) posibilita la evolución
de “nuestro” Ser, y al mismo tiempo también es fuente de errores
¿Cómo intentar atenuar los errores?
El aspecto “racional-intelectual” (asociado al cerebro
izquierdo) exige la utilización de un análisis secuencial para conectar causas
y efectos, y debe ser muy riguroso en la observación para establecer dichas
relaciones (para evitar los errores típicos expuestos en la entrada pasada).
El aspecto “intuitivo-emocional” (asociado al cerebro
derecho), exige una disciplina específica: especial observación-atención, no
juicio ni análisis, meditación (silencio, quietud), etc. Con el objetivo de que
la “Conciencia del Ser” se manifieste en este plano físico-material.
La “cosa evolutiva” se apoya en el aspecto
“intuitivo-emocional” (según indican muchas enseñanzas) y funciona cuando “facilitamos” que la parte
intuitiva traiga “ideas (nuevas)” y las aceptamos tal y como son, nos guste o
no (más tarde intentamos analizarlas-racionalizarlas, “si es posible”, utilizando
nuestro intelecto).
Cuando un aspecto interfiere
en el otro sin que tomemos conciencia de
ello, es cuando se posibilitan los errores, es decir, los errores se dan cuando
ante una “intuición/emoción” buscamos relaciones causales y emitimos juicios
intelectualizados, o cuando ante el análisis secuencial de una observación
buscando la causa-efecto, en lugar de seguir una rigurosa secuencia, nos
dejamos influir por pseudointuiciones (trampas mentales) para llegar fácilmente a conclusiones.
¿Cómo solemos actuar ante lo inesperado?
Con nuestro aspecto “intelectual”, generalmente para
intentar mantener nuestro equilibrio teórico, solemos tener tres posibles actitudes:
a) deformar la experiencia para encajarla en “lo conocido”
(lo que vimos en la parte I)
b) no tenerlo en cuenta directamente, o no aceptar la
observación, o en algunos casos, considerarla “excepción no explicada” y la
obviamos, saliendo del paso quedándonos en el confortable “conocido y
explicado”.
c) Intentar aceptar eso “inesperado” y poner en “tela de
juicio” nuestras teorías (esta opción es la más difícil de llevar a cabo)
Sin embargo nuestro aspecto “intuitivo-emocional”, simplemente acepta la percepción y actúa en
consecuencia sin entrar en análisis de
la situación (fenómeno automático y normalmente sin conciencia) muy útil cuando la situación es de peligro. Sin embargo
esto quedará en el inconsciente, a menos que una vez pasado, utilicemos nuestra mente racional y nuestra
capacidad de observación de los fenómenos para poder intentar “entenderlo”
La clave, pienso que es intentar estar atentos a todas
nuestras experiencias y observaciones para poner dentro de la luz de conciencia
todas y cada una de ellas (la meditación es un entrenamiento), o lo que es lo
mismo en palabras de Eckhart Tolle: vivir en el ahora, que es realmente lo
único que existe.
Imagen principal recuperada de mi colaboradora MJ (en su memoria)
resto, tal y como aparecen en internet
A mi tu razonamiento me suena a la "inteligencia sentiente" de Zubiri, que no se diferencia mucho de la más famosa "inteligencia emocional" de Gardner. Ciertamente, mediar la emocionalidad pura y dura con un poco de análisis racional, y aceptar que la razón puede producir monstruos, si no se le aplica el sentido común del sentimiento. Ahí radica el misterio
ResponderEliminarDesconozco al tal Zubiri, pero algo he leído de la “inteligencia emocional”. Así que probablemente mi razonamiento esté influenciado por esto (y por otras lecturas y todo mis bagaje existencial en general).Tienes razón, hay que intentar equilibrar los dos aspectos con “conciencia”, para evitar que se interfieran inconscientemente, efectivamente ahí radica el misterio y la dificultad.
ResponderEliminarInteresante y aclaratorio post. Y con una contundente frase final: vivir en el ahora, lo único que existe.
ResponderEliminarCoeliquore así de contundente es. El ahora es lo único que existe. Tanto el pasado como el futuro, son estados mentales (que han sido o serán un ahora).
ResponderEliminarAsumes un supuesto holístico. O lo postulas. Bien.
ResponderEliminarEn cuanto a los errores, yo díría que no tienen tanto una base en esa anatomía cerebral -mal habría hecho las cosas el decurso evolutivo- cuanto en la “gestión” cultural que hacemos de nuestro cuerpo.
Ni el hemisferio izquierdo es un trilero ni el derecho es una sor de la caridad.
Los errores, por otra parte, son algo natural y no necesariamente perverso. De hecho, avanzamos en la medida en que cometemos errores y los superamos.
Últimamente se incide mucho –creo que adecuadamente- en la totalidad que somos, en el hecho de que no sólo somos una unidad nerviosa sino una totalidad psicosomática. Antonio Damasio “subordina” –si es correcta mi lectura- el cerebro al cuerpo, siendo aquél una estructura al servicio de la totalidad psicosomática.
Lo inesperado es siempre un reto. Acuerdo en mucho de lo que dices. En cuanto a eso de la meditación, cuenta…
Echo y siempre echaré de menos las imágenes de MJ.
Efectivamente CrisC asumo un supuesto holístico.
ResponderEliminarSi quieres que te sea sincero, tampoco yo creo que tengan los errores una base anatómica cerebral (aunque defectos en la base anatómico cerebral, si que produce defectos en la función), el cerebro es simplemente el “interface” físico-material de “las funciones mentales” que están en “otro nivel”. Yo lo he dejado a nivel físico-material, que es el nivel actual de la ciencia para no complicar el tema.
Completamente de acuerdo contigo de que los errores es algo natural, pueden o no ser perversos, pero eso si, ellos propician nuestro conocimiento (algunas veces a través del dolor).
Lo inesperado es “la salsa” de la vida.
MJ para mí siempre ha sido un “CraC” creativo sin parangón y un gran apoyo a todos los niveles. Yo también echo de menos sus imágenes (y muchas otras cosas), pero la vida y la muerte como siempre he dicho, son las dos caras de la misma moneda, ahora ha cambiado la moneda de posición. Así es, así toca y lo acepto.
Estoy de acuerdo con lo que se ha escrito en este post. Pero en mi caso concreto (imagino que a los demás también os pasa) que me considero una persona bastante intuitiva, tengo muchas sensaciones que gran parte de las veces son verdad pero que otras tantas veces son erróneas. Es cierto que la meditación favorece el conocimiento intuitivo y en ello estoy. Pero cuando se trata de esas intuiciones erróneas me da la sensación que la pertinaz mente utiliza la puerta de atrás para colarse y camuflada de intuición, engañarnos. Asignatura pendiente queda pues distinguir entre ambas situaciones, o bien, acostumbrarnos a vivir con el engaño como parte innata a nuestra naturaleza humana.
ResponderEliminarPues sí Anandamida tienes razón, una intuición también puede ser “un engaño”. Con el tiempo de trabajo interior, quizás llegue un momento en el que conozcamos perfectamente el “origen” (o qué/quien es causa) de la intuición recibida.
ResponderEliminarUna de las trampas que utilizamos mentalmente, yo he tomado conciencia de ello en mi mismo, es que, cuando la “intuición” no era de mi agrado, buscaba “escusas mentales” para “negarla”. Hasta el momento que sea capaz de saber perfectamente el origen de una intuición, tendremos que usar el “filtro del pensar” intentado separarnos de nuestros “ deseos egoicos” (fácil de decir, pero dificultoso ponerlo en práctica).