domingo, 18 de marzo de 2012

Prisioneros de nuestras simplificaciones.



Actualmente el pensamiento dominante es el de una “concepción mecanicista del mundo”. Desde esta perspectiva, el hombre, para poder “entender” el complejo mundo natural que le rodea, se ve obligado a “descomponerlo” en partes lo suficientemente pequeñas, como para poder ser entendidos por su “cerebro” analítico.



El ser humano en base a esos análisis de detalle, empieza a “teorizar”, es decir, predecir con su pensamiento, cual es el “mecanismo” de funcionamiento de las cosas. Así, desarrolla la tecnología mecánica y física actual.


Como este “concepto mecanicista de mundo” ha funcionado muy bien, en lo que se refiere a la física en general y especialmente en la mecánica estática y dinámica, se ha extrapolado directamente al estudio de la naturaleza de la vida, es decir, a la biología. Se ha intentado mecanizar (explicar con “modelos mecánicos”) el funcionamiento de las células. Basándose en algunas “macro-observaciones”, se han postulados teorías de “micro-funcionamiento”, con modelos muy simplificados, pero entendibles mediante una lógica mecanicista. Así se estableció el “dogma central de la biología” (se le denomina así) en 1970 por F. Crick:



Replicación del ADN -> transcripción ARN -> Traducción en PROTEINA



Más tarde debido a nuevas investigaciones, se descubrió que hay virus que llevan su información genética en forma de ARN, y que esta, se podía insertar en el ADN del huésped. El dogma central se modificó por:


Replicación del ADN <-> transcripción (directa e inversa) ARN -> Traducción en PROTEINA


Esta forma simplificada de entender la biología ha calado en el pensamiento de la población en general. Esta, ha supuesto que los genes son secuencias de ADN identificables, aislables, manipulables con conocimiento, que se pueden cortar “con unas tijeras” en miniatura y se insertan en otros ADNs, etc. Nada más lejos de la realidad. Podemos leer en:


Nature 441, 398-401 (25 May 2006)
The idea of genes as beads on a DNA string is fast fading. Protein-coding sequences
have no clear beginning or end and RNA is a key part of the information package,
reports Helen Pearson.

(La idea de que los “genes” son cuentas en la cadena de ADN está rápidamente atenuándose. La secuencias de codificación de proteína, no tienen un principio o un final claro, y el ARN es una parte clave del paquete de información.)
En el mismo número:
The more expert scientists become in molecular genetics, the less easy it is o be sure about what, if anything a gen actually is
(Conforme los científicos en genética molecular se hacen más expertos, menos fácil es asegurar lo que es un “gen”, si realmente un “gen” es algo.)


El Dr. en biología B. H. Lipton en su libro “la biología de la creencia” describe como, basándose en sus investigaciones, estas muestran que no son los “supuestos genes” quienes controlan la biología, sino que es “el entorno” el que activa, desactiva y modifican dichos “genes”. Además concluye, en que ese “entorno” es “controlado” por la “energía” que trasciende la propia materia molecular (afirma que sus investigaciones le han llevado a cambiar su postura materialista por la de espiritualista, en el sentido que las evidencias encontradas postulan el “espíritu”)


La extrapolación directa de las leyes naturales de la física y de la materia inorgánica al entendimiento de la “vida”, es el error simplificador “mecanicista”, que las evidencias de las recientes investigaciones científicas están demostrando. Lo lógico es pensar que además de estas leyes, existen otras que hoy por hoy la ciencia desconoce.


Los verdaderos científicos saben y aceptan, que cada misterio que desentrañan abren mil nuevos interrogantes y son conscientes de su ignorancia. Los “pseudocientíficos”, son aquellos que creen que todo está claro y comprendido, y piensan que solamente quedan algunos “flecos” que atar. Estos últimos son prisioneros de las simplificaciones.



Imagentes tal y como aparecen en al web.

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Qué activa nuestra voluntad?



Entendiendo como voluntad, el actuar con intención en el mundo físico material, podemos decir, que las “fuerzas” que la ponen en movimiento se pueden resumir en tres. Dos de ellas, se manifiestan muy comúnmente en todos nosotros. La otra, solamente en algunos seres humanos, aunque todos la tengamos latente.

Las dos “fuerzas” que usualmente entran en juego, para ponernos en acción son: “el deseo” y “el miedo”. Ambas, actúan sobre la misma parte del ser humano, nuestra parte emocional, es decir, el sistema límbico (en el “cuerpo astral” si tomamos en cuenta las estructuras energéticas sutiles). Son diferentes entre sí estas fuerzas, pero actúan en colaboración y se complementan, para conseguir la obnubilación de la “conciencia” y el pensar claro.


El deseo, según su intensidad, crea desde insatisfacción para algunos hasta la angustia más extrema para otros. Pero su cualidad, es que es insaciable. Aunque se consigan cosas, siempre se quiere más (de lo que sea). Como dijo Buda: “el deseo es el origen del sufrimiento”. Es un “interruptor emocional” para activar la voluntad egoica (necesario en ciertas fases evolutivas de crecimiento, pero, perjudicial en otras de equilibrio).


El miedo, es el otro “interruptor emocional”, también tiene una gradación en intensidad (muchas veces subjetiva), y está relacionado con la “sensación de pérdida y del dolor” (pérdida de la salud, del dinero,… de la vida). Este “mecanismo” funciona en dos sentidos. Puede activar la voluntad en algunos casos, pero en otros puede ser utilizado como inhibidor de la misma.
Ambos “interruptores emocionales” han sido, y son utilizados muy bien por el “sistema económico actual”. Nos inducen a pensar que actuamos “libremente”, pero realmente estamos condicionados por ambas fuerzas, que se complementan y realimentan. Desde un punto de vista lógico, esto es muy curioso. “Nuestras” vidas materiales son transitorias por naturaleza, es decir, concluyen (y concluyen todas). Dejamos todas nuestras pertenencias, hasta el cuerpo físico. Teniendo clara esta realidad. ¿Por qué nos empeñamos en “gastar” nuestro tiempo en acumular y desear cosas, y después sufrir por el temor a sus pérdidas?


Existe un “tercer motor” de la voluntad, equidistante del deseo y del miedo, y es la “dignidad humana”. Lo digno del ser humano: Lo valioso y común que tenemos todos los seres humanos. Lo que nos une a todos y a todo. Cuando se activa esta parte en el ser humano. El deseo y el miedo quedan anulados (no eliminados). Se activa el –altruismo y la justicia moral - , es decir el - Amor incondicional - . Entiéndase esto como: “servicio incondicional”, a todo Ser que lo necesite. Asociado a este “Amor incondicional” aparece el sacrificio, que no sufrimiento, dado que esta última emoción está unida al “deseo y el apego asociado”. El sacrificio incondicional no lleva aparejado sufrimiento, porque nace de la voluntad libre. Cuando el sacrificio lleva aparejado sufrimiento, estamos hablando de un “sacrificio condicionado” e implica que el deseo y el apego están presentes, aunque sea sutilmente (quiero resaltar para evitar malos entendidos que hablo del sufrimiento anímico, no del físico).


En el oráculo de Delfos, está la famosa frase de “conócete a ti mismo” algo fundamental en el Ser humano. También dicen que está la de “nada en exceso”. No sé si lo está o no lo está. Pero esta última también es clave para siempre y especialmente en nuestros días. En el punto medio está el equilibrio y la virtud.



Imágenes tal y como aparecen en internet en: http://garcilopez1957.blogspot.com/2011/03/la-dignidad.html
http://mervyster.blogspot.com/2010/01/articulo-la-avaricia-y-la-envidia-segun.html
http://saberloquebusco.blogspot.com/2012/01/saber-vivir-con-miedo.html