domingo, 26 de julio de 2009

¡Dios mío!. Yo también soy creador

5. Un nivel de aspiración, creatividad y descubrimiento.

Conforme se va evolucionando en las fases de crecimiento interior, cada nuevo nivel implica más libertad que en el nivel anterior. Esto, por supuesto, tiene un precio y este precio, es la “vigilancia” constante de nosotros mismos (y aunque es sencillo, no es nada fácil). Tenemos que tener la “voluntad” de estar atentos a esas “vocecillas interiores” con la que nos decimos: “actúa como lo hacen los demás, ¿no lo hacen todos? ¿Por qué tú no?”, “¿por qué tienes que ir contra la corriente?”, “déjate llevar y se más flexible contigo mismo”… Es evidente, que dejándose llevar por estos consejos, “nuestra vida” sería lógicamente más llevadera (en apariencia). Esto es así, si tenemos como objetivo el decepcionarnos a nosotros mismos. Una persona que está apunto de pasar a la fase quinta debe estar “liberada” de las “presiones externas” y hará suya la frase de Platón: “una vez que hemos encendido la llama de la verdad, ya no puede apagarse”. Este proceso de sernos fieles a nosotros mismos (que es más o menos largo en función de la voluntad de cada persona) trae como fruto una conciencia en que se dejan atrás los problemas de la dualidad.

Después… entramos en el quito nivel, donde la “intuición”, cada vez es mayor, donde se empiezan a plasmar o manifestar todos nuestros sueños e intenciones
en “nuestra realidad” (entiéndanse sueños e intenciones razonables que beneficien a nosotros y a “todos”, no sueños egoístas particulares que nos benefician a nosotros a costa de los otros).

Esta es la fase creativa. La mente fuera del tiempo y el espacio “pesca” ideas de la “fuente”. Primeramente de forma esporádica y más adelante lo puede hacer intencionadamente. Comienza a percibir que todo lo que le ocurre no es casual, sino causal. Empieza a entender que lo que le ocurre es “responsabilidad” suya. Que hay que abandonar los conceptos de azar, accidente, casualidad, etc… se hace nítidamente claro, que los acontecimientos, son frutos de nuestras intenciones y acciones. En esta fase la percepción de “Dios” es como si fuéramos su colaborador. Como dicen los de la “new-age” nos percibidos como “co-creadores con Dios”. Esta es la proyección de “Dios” más íntima y grande hasta ahora. En esta fase es cuando ya no solamente debemos controlar nuestro “hacer”(o dejar de hacer) y nuestra intención, sino que hay que controlar incluso el pensamiento. Las fuerzas creadoras están en nosotros mismos y debemos de plantearnos si estamos preparados para ello. Si nuestro nivel moral está a la altura o nos dominará nuestro pequeño “ego”.

En este nivel se percibe a “Dios” como sin deseos, no tiene preferencias, por lo tanto, puede hacer todo a través nuestro, o dicho de otra manera, nosotros en nuestra libertad, somos como el vehículo de acción. Nosotros somos los autores y responsables de nuestra propia vida independientemente de las situaciones externas. Hemos decidido “aceptar” las situaciones y dejarnos guiar por las “intuiciones” cuando hemos constatado por nuestra propia experiencia que es lo mejor que podemos hacer. Una persona en este quinto nivel, ve la “bendición” y la “gracia” en todas las cosas y se maravilla de ello.

domingo, 19 de julio de 2009

¿Entendiendo a Dios?



4. Nivel de percepción, entendimiento y perdón.

Se nota el “ summer time”, hay poquitas ganas de pensar. Bueno, en un esfuerzo de “voluntad” continuamos con lo programado.

Seguimos evolucionando (unos más que otros como siempre).A los que llegaron al nivel tres y decidieron mirar al interior, les acecha una nueva “trampa”. Pueden ver el mundo exterior “amenazador” y fuente de sufrimientos, lo cual, les puede llevar al camino “fácil” de intentar desconectarse del exterior e irse solamente hacia el interior como huida del mundo. Desde nuestro punto de vista, es el mismo grave error del nivel dos pero invertido hacia el interior.

Si se evita la trampa comentada en este nivel, es cuando se manifiesta nuevamente nuestra dualidad entre el nivel externo e interno y estos se deben armonizar. Debemos percibir el mundo externo tal cual, pero no dejarnos llevar por los impulsos emocionales actuando reactívamente en función de nuestros deseos. Para ello necesitamos esa quietud, esa Paz interior alcanzada en el nivel tres, y esto es, lo que nos ayudará en la toma de decisiones, en la aceptación y el entendimiento de las situaciones externas (en términos fisiológicos, es como intentar la armonización de los dos hemisferios cerebrales).

En este nivel, el mundo interior se hace mucho mas “vivo”. La calma y la paz conseguidas en el nivel tres, hacen que se empiece a entender cómo funciona “la realidad” y comienzan a desentrañarse los secretos del ser humano.

El “pensamiento” en ese estado interior, podríamos llamarlo “pensamiento intuitivo” y es nuestra nueva forma de “percibir” a “Dios”. Aunque nunca nos fiaremos de nuestra “intuición” hasta que no nos identifiquemos con ella misma. Esto tiene que ver con nuestra propia autoestima. Las personas que llegan al nivel cuatro, hace tiempo que abandonaron los valores grupales, ya no son atraídos por la competencia, la fama, la vana-gloria y todas las “fanfarrias” del mundo externo. Sin embargo, al conocedor del mundo interno, se le muestra la dirección evolutiva “correcta”: entendida como “ayudar” a quien lo necesita (cuando sea solicitado) originando una nueva fuente de autoestima.

En el nivel cuatro “Dios” se percibe en nuestro actuar como “comprensivo”, “tolerante”, “sin juicio (no juzga nada)”, “sabio”, etc.

domingo, 12 de julio de 2009

En Paz con Dios.



3. Nivel de Paz, calma y reflexión.

Seguimos evolucionando a través de los niveles de percepción de Dios (esperamos que nuestro amigo Víctor nos ilustre con el comentario elaborado sobre la evolución, aunque estemos en “summertime”).

En los dos niveles anteriores, la proyección de Dios en la Naturaleza ha sido de todo, menos pacífica. Primero, dando cuenta o librándonos si cabe, de todos los “problemas de la Naturaleza” aunque para ello se hayan tenido que realizar algunos sacrificios (para aplacarlo o para inducirlo “chantajearlo” a nuestro favor). Después en la segunda etapa también “colabora” en las guerras contra nuestros “enemigos” (casi todas ellas, las empiece quien las empiece, comenzadas en su nombre y con su ayuda). ¿Qué pasa después? algunos seres humanos vuelven a dar otro paso evolutivo. Las poderosas fuerzas del “Miedo y sumisión”, comienzan a no hacer mella en ellos y aparece una nueva “sensación”, la de que podemos satisfacer nuestras propias necesidades, de que no hay necesidad de un “Dios en lo alto” que nos diga qué debemos y qué no debemos hacer. Nuestro “córtex” dará cuenta de todo. Comienza la reflexión:

Dos alternativas parecen presentarse: Volver a centrar la atención completamente en el mundo exterior, intentando “controlar” el entorno, para adaptarlo a nuestros intereses particulares, haciéndonos perfeccionistas y sufriendo las consecuencias del intento (solamente hay que echar un vistazo a nuestra sociedad actual desquiciada) o echar un vistazo al interior.

Cuando un ser humano ya no centra su atención en el mundo exterior, puede cerrar los ojos y relajarse, pasar a ese estado especial donde no se piensa, pero tampoco se duerme. Es un estado de “atención especial” acompañado por unos cambios físicos: baja la presión arterial, disminuye el ritmo cardiaco, baja el nivel de consumo de oxígeno, en resumen se ralentiza el metabolismo en general y aparece lo que muchos llaman el ‘estado alfa’. Estamos describiendo lo que todas las tradiciones, llaman el estado de contemplación o de meditación. Solo al descubrir que la “Paz” está dentro de uno mismo, es cuando el ser humano encuentra un “lugar” donde puede alcanzar el estar en “comunión con su Ser, el Ser (¿Dios?)”. Y esto no implica el desatender el mundo externo, sino, simplemente ponerlo en su sitio.

Pero como dice el Dr. Chopra (y hacemos nuestra también la frase): “El Dios de paz no se encuentra buceando en el interior, porque es él mismo (el Ser) el que emerge de dentro cuando llega la hora”. Eso sí, nosotros somos los responsables de en “libertad” dar el paso hacia el interior en su búsqueda.

Otro salto evolutivo en la percepción de Dios. En este nivel, está en el interior. Aparentemente es como si “Dios” se manifiesta más bien como un proceso que se crea conforme se cree.

Otra frase del Dr. Chopra para reflexionar:

El cerebro esta estructurado para encontrar a Dios, hasta que no lo encuentres, no sabrás quien eres. Sin embargo esto es una trampa, porque el cerebro no nos conduce automáticamente al “espíritu”.

domingo, 5 de julio de 2009

¡Todopoderoso! Dios


2. Nivel de afanes, competencia y poder.


Este sería el segundo nivel con el que el “cerebro (alma)” humano percibe a Dios. Cuando empieza a manifestarse la individualidad en el ser humano, es decir, cuando continuando con su evolución, comienza a crecer ese “ego” que separa y por lo tanto crea la diferencia entre el individuo y el grupo. Empieza a identificarse como “elemento diferenciado” del resto. Comienza esa percepción interior de los estados oníricos o de conciencia alterada, reflejada en ese “egoísmo” individual en lugar del referente grupal. Comienzan los afanes, la competencia y la búsqueda del poder del individuo. Sigue con su proyección externa de “Dios” (Dios sigue fuera del ser humano), pero ahora se relaciona directamente con el individuo, comienza la relación “directa” y el individuo se “siente” (o está apoyado) por su “Dios específico y verdadero” (1). Comienza el periodo de la necesidad de tener “leyes de comportamiento moral” externos (“trasmitidas o impuestas” por las correspondientes “divinidades” al individuo “más evolucionado” ) para facilitar esa nueva convivencia de “egos individuales”.

La percepción de Dios en la fase evolutiva uno, es “Dios protector”. En la fase dos, podría ser “Dios Todopoderoso”.

Hay que tener en cuenta, que este fenómeno evolutivo (tipificado en siete pasos) no es simultáneo en toda la humanidad, sino que, como en toda evolución, primero es un ser humano (o unos pocos) los que dan el “salto evolutivo”, y después poco a poco todo el resto. También hay que tener en cuenta que en todos lo niveles superiores al primero, se encontrarán grupos más o menos grandes de individuos de niveles inferiores. Es decir, las fases están solapadas. Son como ondas senoidales desfasadas, podemos visualizarlo como cuando una fase llega a su máximo, comienza la siguiente a crecer (uno pocos seres humanos dan el salto a la siguiente fase) por lo tanto la anterior fase comienza su declive.

Ahora una reflexión que podríamos plantearnos respecto a la evolución.
Asumiendo como cierta la proposición “De donde no hay, no se puede sacar”.
¿Cómo es posible que la Naturaleza y el ser humano con ella, evolucionen en complejidad?, es decir, ¿Cómo son posibles los saltos evolutivos?.


(1) El “Dios” de cualquier religión es solo un fragmento de Dios. Porque un Ser infinito, no tiene imagen, no tiene lugar, ni dentro ni fuera pero está en todo (¿no recuerda el Tao?). Cualquier religión, lo muestra como imagen, gobernador, legislador o juez del universo. Para los ateos, toda imagen de la deidad son simples proyecciones falsas del hombre.