Nuestra mente intelectual, siempre está “completando”
historias (o intentando rematarlas) para formar una coherencia total con nuestras
propias “teorías”. Este es un mecanismo automático y comprobable fácilmente, por ejemplo a nivel visual con las siguientes
imágenes:
En la imagen central, se puede ver un señor tocando el saxofón, o la cara de una mujer..
En la imagen imposible de la derecha, nuestra "mente" intenta terminar coherentemente la figura
También es aplicable a nivel de escritura: “est23os seg3ros
de e11o” (se puede leer fácilmente
“estamos seguro de ello”) aunque hayan números en lugar de letras.
Como hemos podido constatar, nuestra mente intelectual
“completa historias e interpreta la realidad” utilizando elementos conocidos, y
está adiestrada en ello.
Debemos de ser muy rigurosos en las observaciones. Tener
claro lo que es realmente observado y especial
cuidado con lo “añadido” (si somos conscientes de ello), ya que estos añadidos,
pueden ser “trampas mentales que apoyan nuestra teoría” para poder sacar conclusiones y confirmar dichas
teorías. Hay mucha tendencia a que estos “añadidos” se tomen como evidencias o directamente
como observaciones, llevando “rápidamente” a obtener conclusiones, y aceptarlas
como verdaderas cuando no lo son.
Muchas de las trampas
intelectuales, se basan precisamente en no considerar lo que desconocemos. Es
decir, aunque suene a tautología: “No conocemos lo que desconocemos y por lo
tanto, no lo podemos tomar en cuenta”. Teniendo en cuenta que es mucho mayor lo
que desconocemos que lo que conocemos, parece
ilógico apoyarnos solamente en lo conocido y subestimar tajantemente lo
desconocido.
continuará.
Imágenes tal y como
aparecen en internet.
Nuestra percepción, y nuestro conocimiento en general, tiende a completar, a anticipar lo que aún no comprende o no puede captar. Eso les ayuda a sobrevivir pero, también y como bien dices, a equivocarse mucho.
ResponderEliminarEn fin, la miseria y la gloria caminan por el mismo camino!
Se cuenta una historia que no sé si será cierta, pero sí muy ilustrativa del tema que tratas en esta entrada.
ResponderEliminarSe dice que cuando Colón llegó a las Américas, los indígenas no eran capaces de ver los barcos pero sí el movimiento del agua al desplazarse estos. Tal era la diferencia entre las carabelas y todo lo conocido por ellos, que su mente los "descartaba" del paisaje y pasaban desapercibidos. Sólo la insistencia del Chamán, la mente más preparada del grupo en desvelar el misterio, hizo que este acabara por ser consciente de la presencia de los navíos como causa de las olas que parecían surgir de la nada.
Cuando el Chamán "aprendió" a ver los barcos, lo contó al resto de los indígenas que confiando en él también se hicieron conscientes de su presencia.
Necesitaron creer en la posibilidad para que esta se hiciera visible. Y sólo creyeron en esta posibilidad cuando confiaron en la "sabiduría" de su "iluminado".
Es posible que haya duendecillos verdes circulando entre nosotros, pero como no creemos en ellos, no los vemos.
Enric tienes razón, la miseria y la gloria caminan por el mismo camino. Pero ahí estamos nosotros para que prevalezca una cosa u otra. Todo depende de si conseguimos controlar nosotros a nuestra mente charlatana, o ella se desboca y nos controla a nosotros.
ResponderEliminarAnandamida, yo también conocía esa historia y la creo así. Como bien apuntas, también estoy convencido que primero tenemos que aceptar que una “energía que existe ahí fuera”( y que esté lo suficientemente estable para la “sensibilidad de nuestros sentidos”) para que nuestro “proyector 3D” sobre las energías externas que percibimos le asigne una “imagen de forma”.
Ufff, menudo lío. Vemos, entonces, lo que creemos. Y lo que no, lo imaginamos. Luego, la subjetividad de todo está clara.
ResponderEliminarCoeliquore, todo depende desde el punto de vista (nivel) desde el cual observemos. Si observamos desde el punto de vista “materialista”, todo es subjetivo. En teoría, “estamos” en nuestro cerebro. Simplemente recibimos información electromagnética, sonora, o química a través de los nuestros sentidos. Esta información, llega al cerebro (en forma de impulsos bio-eléctricos) y este, hace una composición de formas que proyectamos en 3D en el exterior dando formas a nuestro visión del universo exterior. Cuando es la primera vez que se presenta a nuestros sentidos un “campo de energía” al que nunca antes habíamos estado expuestos (si somos tan sensibles y observadores que somos capaces de percibirlo), lo más probable, es que le asignemos una forma conocida para describirlo (de ahí el famoso “parece un…”, u otra persona que ya lo ha percibido anteriormente nos ayude a percibirlo y asignarle forma).
ResponderEliminarSi nos elevemos a un punto de vista superior (“energético-espiritual”), entonces la cosa cambia, hablamos de otros niveles de energía/dimensiones (otros sentidos o sensores menos evolucionados) donde ya es más difícil diferenciar fuera-dentro y esto ya no es tan “sencillo” de entender. Pero si que te puedo decir, que lo que nos une a todos es el “pensamiento”, que es como si dijéramos, la “sombra” en este plano del espíritu. Por eso podemos comunicarnos en este mundo.
La Gestalt ha analizado estos “redondeamientos” perceptivos. Son comodidades de la percepción, protocolos que ahorran energía al cerebro.
ResponderEliminarCierto que en las añadiduras se cuelan las expectativas, los anhelos, miedos, fobias y prejuicios. Hay que estar alerta…, ma non troppo.
Estos truquillos perceptivos no son peligrosos y ayudan a vivir; me interesa más cuando los “truquillos” no se dan en el campo de la percepción sino en asuntos de calado ideológico.
Ahí sí hay chicha, yuyu y peligro.
El campo de lo desconocido es vasto y, como dices, no basta con apoyarse sólo en lo conocido. “Quien busque lo conocido no busca el conocimiento” escribe el filósofo Antonio Escohotado.
CrisC, esos “redondeamientos” perceptivos, como bien dices, son comodidades que ahorran energía, y están bien, siempre y cuando seamos conscientes de que existen y que pueden llevarnos a la confusión.
ResponderEliminarCuando son experiencias “intrascendentes” (aunque yo pienso que no existe la experiencia intrascendente) quizás no importe el error. Pero ante ciertas situaciones, quizás ese “cómodo redondeamiento” sea la diferencia entre un conocimiento “verdadero” o una asignación prejuzgada con su error “vital” asociado.
Con respecto a los asuntos de calado ideológico, efectivamente pueden ser peligrosos y pueden dar yuyu. Me pregunto ¿estos “asuntos ideológicos peligrosos” no serán debido a las “cómodas redondeces” de los pensamientos (“comodidad” de aceptar por el sujeto pensamientos “modelados” e inducidos por “terceras personas-identidades” que marcan ideologías), y que llevan a la “malinterpretación” de la “realidad”?
Muy acertado el filósofo que mentas.