Nosotros los seres humanos tenemos una herramienta que nos
diferencia del resto de animales, tenemos la posibilidad de utilizar el pensamiento racional (alma racional para
algunos). Es decir, podemos utilizar nuestro pensamiento para analizar
procesos, proponer hipótesis, desarrollar teorías, buscar soluciones a
supuestos problemas, obtener conclusiones, etc. En resumen tenemos la facultad
de aprender conscientemente, o lo que es lo mismo “comprender”.
Según apuntábamos en las últimas entradas, tenemos que tener claro (simplemente guiados
por la razón) que todos nuestros conocimientos (y sobre todo los científicos)
son una “isla” rodeada por todas partes de lo desconocido, de lo no comprendido.
Esa isla de conocimiento va creciendo, poco a poco, pero por mucho que crezca, hay
que tener siempre en mente que es una “pequeña isla” y que lo desconocido que la
rodea es inmenso.
Con lo expuesto anteriormente, podemos plantearnos lo
siguiente: si solamente utilizamos como referencia lo conocido, “palpable” y demostrado, y como herramienta la razón ¿Cómo
podemos ampliar los límites de “la isla”?.
Solamente a través de nuestra mente creativa y su intuición,
podemos “percibir” realidades que están “fuera de la isla”, y eso es posible (razonablemente), solo si esa
“parte nuestra” está también fuera de la isla. Por eso podemos postular
hipótesis de trabajo como “campos vitales” (conocidos por algunas enseñanzas
como etérico, astral, etc.). Después utilizando nuestra razón, podemos observar las manifestaciones
asociadas a esos “campos”, en nosotros mismos: la vitalidad (lo que da vida),
sentimientos y pensamientos.
No es muy difícil poder “ver” como la complejidad “vital”
(evolución) de nuestro universo es
creciente, y cómo, por mucho que nos empeñemos en hablar de “casualidad y azar”
para sentirnos confortables sin abandonar “ la isla”, la razón nos invita a profundizar en los
desconocido, aunque para ello, nos tengamos que dejar llevar por nuestro
aspecto creativo e intuitivo, pero eso sí, después, todo a “pasarlo por la
razón” para encontrar esa coherencia del “gran puzle” y eliminar lo no
consistente o lo que no se sostiene racionalmente.
Imágenes tal y como aparecen en internet.
Salir fuera de la isla puede ser un salto en el vacio, pero la última parte de tu artículo me aclara las cosas, el salto debe ser comprobado, reforzado. De lo contrario se puede convertir en cualquier cosa.
ResponderEliminarPor supuesto Enric, la razón es la herramienta que tenemos, pero para crecer en "conocimiento" hay que salir a lo desconocido, y para ello tenemos que estar "abiertos" de mente.
ResponderEliminarLa razón resulta de nuestra complejidad neurológica. Y es una totalidad, no sólo es estratega, analítica o matemática, también es emocional. Los más elevados sentimientos tienen raíz en emociones y éstas en sensaciones, todo ello al calor del hemisferio izquierdo del cerebro a toda máquina.
ResponderEliminarEl sentido común, tan razonable tantas veces ma non troppo, dice eso que dices: vivimos en un tuya y mía constante entre lo conocido y lo que no. Ampliar esas fronteras supone un “tirar la caña” desde firmes terrenos conocidos y osar hacerlo sobre lugares desconocidos.
En lo de los “campos vitales” ya me paro, uff, que me despeño.
Creo que hice un comentario parecido en la entrada anterior. Equilibrar lo que nos dice la mente racional (o lo que conocemos a través de ella) con la información que nos da la intuición no es fácil.
ResponderEliminarCrisC, discrepo en eso de que “la razón resulta de nuestra complejidad neurológica”, mi tesis es que la “razón, como parte de la conciencia” reside en esos “campos vitales-energéticos”, los cuales necesitan el soporte complejo neurológico para expresarse en el mundo físico-material.
ResponderEliminarLo anterior, no es óbice para estar de acuerdo contigo, en eso de: “es una totalidad analítica (pensante) y emocional” (sin embargo, desde mi perspectiva son expresiones subjetivas de esos "campos multidimensionales").
Bueno, ya sabemos que cada uno de nosotros nos basamos en paradigmas diferentes para “comprender” el universo y la vida, y que dicha elección de paradigma es fruto de nuestras experiencias individuales.
Coeli, efectivamente cosas que son relativamente fáciles de decir, no son sencillas de llevar a cabo. Pero para eso estamos aquí, para “ponernos la pilas” y a base de “intención y voluntad”, intentar llegar a esos equilibrios tan “sanos” (y que “sanan”).
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