domingo, 4 de marzo de 2012

¿Qué activa nuestra voluntad?



Entendiendo como voluntad, el actuar con intención en el mundo físico material, podemos decir, que las “fuerzas” que la ponen en movimiento se pueden resumir en tres. Dos de ellas, se manifiestan muy comúnmente en todos nosotros. La otra, solamente en algunos seres humanos, aunque todos la tengamos latente.

Las dos “fuerzas” que usualmente entran en juego, para ponernos en acción son: “el deseo” y “el miedo”. Ambas, actúan sobre la misma parte del ser humano, nuestra parte emocional, es decir, el sistema límbico (en el “cuerpo astral” si tomamos en cuenta las estructuras energéticas sutiles). Son diferentes entre sí estas fuerzas, pero actúan en colaboración y se complementan, para conseguir la obnubilación de la “conciencia” y el pensar claro.


El deseo, según su intensidad, crea desde insatisfacción para algunos hasta la angustia más extrema para otros. Pero su cualidad, es que es insaciable. Aunque se consigan cosas, siempre se quiere más (de lo que sea). Como dijo Buda: “el deseo es el origen del sufrimiento”. Es un “interruptor emocional” para activar la voluntad egoica (necesario en ciertas fases evolutivas de crecimiento, pero, perjudicial en otras de equilibrio).


El miedo, es el otro “interruptor emocional”, también tiene una gradación en intensidad (muchas veces subjetiva), y está relacionado con la “sensación de pérdida y del dolor” (pérdida de la salud, del dinero,… de la vida). Este “mecanismo” funciona en dos sentidos. Puede activar la voluntad en algunos casos, pero en otros puede ser utilizado como inhibidor de la misma.
Ambos “interruptores emocionales” han sido, y son utilizados muy bien por el “sistema económico actual”. Nos inducen a pensar que actuamos “libremente”, pero realmente estamos condicionados por ambas fuerzas, que se complementan y realimentan. Desde un punto de vista lógico, esto es muy curioso. “Nuestras” vidas materiales son transitorias por naturaleza, es decir, concluyen (y concluyen todas). Dejamos todas nuestras pertenencias, hasta el cuerpo físico. Teniendo clara esta realidad. ¿Por qué nos empeñamos en “gastar” nuestro tiempo en acumular y desear cosas, y después sufrir por el temor a sus pérdidas?


Existe un “tercer motor” de la voluntad, equidistante del deseo y del miedo, y es la “dignidad humana”. Lo digno del ser humano: Lo valioso y común que tenemos todos los seres humanos. Lo que nos une a todos y a todo. Cuando se activa esta parte en el ser humano. El deseo y el miedo quedan anulados (no eliminados). Se activa el –altruismo y la justicia moral - , es decir el - Amor incondicional - . Entiéndase esto como: “servicio incondicional”, a todo Ser que lo necesite. Asociado a este “Amor incondicional” aparece el sacrificio, que no sufrimiento, dado que esta última emoción está unida al “deseo y el apego asociado”. El sacrificio incondicional no lleva aparejado sufrimiento, porque nace de la voluntad libre. Cuando el sacrificio lleva aparejado sufrimiento, estamos hablando de un “sacrificio condicionado” e implica que el deseo y el apego están presentes, aunque sea sutilmente (quiero resaltar para evitar malos entendidos que hablo del sufrimiento anímico, no del físico).


En el oráculo de Delfos, está la famosa frase de “conócete a ti mismo” algo fundamental en el Ser humano. También dicen que está la de “nada en exceso”. No sé si lo está o no lo está. Pero esta última también es clave para siempre y especialmente en nuestros días. En el punto medio está el equilibrio y la virtud.



Imágenes tal y como aparecen en internet en: http://garcilopez1957.blogspot.com/2011/03/la-dignidad.html
http://mervyster.blogspot.com/2010/01/articulo-la-avaricia-y-la-envidia-segun.html
http://saberloquebusco.blogspot.com/2012/01/saber-vivir-con-miedo.html


7 comentarios:

  1. El deseo y el miedo nos convierte en autómatas, pero el tercer motor, realmente existe? Què mecanismo biológico lo activa? Si realmente nos movemos por deseo o por miedo, què espacio le queda a la dignidad? Necesitaría una fundamentación más fuerte para creerme que este mecanismo "sobrevenido" se impone a los otros dos, aunque me gustaría creerlo, no lo puedo negar.

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  2. Respecto a las dudas de Enric, me gustaría aconsejar este enlace:

    http://www.somosprimates.com/2011/12/todos-compartieron/

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  3. Muy interesante el enlace Anandamida. Demuestra experimentalmente que “el altruismo” es innato en los seres humanos, por lo menos, hasta que empieza la “socialización”.

    Enric, pienso que durante el proceso de “socialización”, que comienza ya en el hogar, es donde se alimentan los miedos y los deseos (aprendidos por los progenitores, y enseñados con su ejemplo), aunque simplemente sea con el ánimo de proteger ante un entorno “competitivo”. Comienza indirectamente el estímulo del egoísmo y las conductas posesivas, y ese altruismo innato pasa a ser velado quedando latente. Luego, a través del desarrollo personal, es cuando puede (y digo puede) surgir nuevamente, pero ya no como algo innato o instintivo, sino como algo meditado y desde el pensar consciente (ese es el mecanismo “fisiológico” el pensar consciente). Entonces, es cuando podemos tomar conciencia de eso que llamamos –Dignidad- . y que es común a todos. Tenemos algunos ejemplos sonados que la demuestran: Gandhi, Luther King , Teresa de Calcuta, Irena Sendler, etc. y muchísimos otros no tan conocidos. Pregunta qué lugar ocupa la dignidad. Creo que en el “entre” del deseo y el miedo.

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  4. Para que el miedo y el deseo no sean tan grandes y se coman uno al otro, estaría la dignidad ejerciendo de árbrito equilibrista...

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  5. Así lo veo yo tambien Elena P.G.

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  6. Veo la palabra “voluntad” y, aparte de Schopenhauer, al que he leído muy poco, recuerdo la frase de Gramsci, al que he leído menos, “el pesimismo de la razón, el optimismo de la voluntad”.

    Algunas personas la usan a modo de acicate para la vida. Me parece bien, aunque a mí no me vale. Una voluntad no armada por la razón no me acaba.

    Me interesa más esa imagen, la del miedo. En Blade Runner, León, uno de los desgraciados replicantes, dice que vivir con miedo es la esclavitud. No sé qué miedos tengo, algunos, creo, pero lo que me impide hacer cosas no es el temor, sino el hastío, la desesperanza, el desencanto por tantas cosas y por tanto.

    En cuanto al deseo, sé que puede ser fuente de dolor, y lo es, pero sin deseo la Vida es el dolor mismo, la insustancialidad del puro flujo orgánico.

    Acuerdo con la manipulación que el Poder inyecta en el deseo, pero eso no lo invalida como no invalida la belleza de una obra de arte el hecho de su mercantilización. Por otra parte, el Poder no sólo procura la exacerbación del deseo en su beneficio, también su inactivación, su sublimación.

    Todos los poderes del mundo, teniendo como aliados a todas la castas sacerdotales de todo tipo, lo han intentado.

    No obstante, sí, cada vez me va más la serena gestión del deseo.

    La dignidad humana…, ah, carayu, leí una vez que "la filosofía es un cultivo de la dignidad humana". ¿Quién podría decir una cosa así? Algún indocumentado. Seguro.

    Ah…, un regalo delicioso, sublime, para la ilustradora habitual:

    http://youtu.be/rEs1wtsw_IA

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  7. En tu caso, dices que no es el temor lo que te impide actuar, si no que es el hastío, la desesperanza y el desencanto. Es decir el deseo. Los tres conceptos que has planteado el hastío, la desesperanza y desencanto, son fruto del deseo. Ante una acción tuya en el pasado, esperabas alguna respuesta “de alguien o de algo” que no ocurrió ni ocurre. Es decir, que al igual que el temor puede inhibir la voluntad, el deseo también lo puede hacer (ambos interruptures funcionan en ambos sentidos).

    El deseo no es que puede ser fuente de dolor, si no que lo es indudablemente, aunque para muchos sea la “fuerza más motivante” . Por eso como bien dices, para algunos cada vez es más serena su gestión.

    La dignidad humana… ¡es grande! Sobre todo cuando se manifiesta.
    ¡Gracias por el regalo!

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