En esta entrada, pasaremos a la explicación de cómo “meditar”. La técnica que voy a explicar en una variación Zen, en la que fuimos instruidos por un “maestro” oriental, con la ventaja, que dichas técnicas, las adaptó al pensamiento occidental.
Ante todo, ir a meditar sin ningún prejuicio, ni esperando nada concreto, y simplemente como observador. Nada de analizar con nuestra mente discursiva.
En primer lugar, y mientras no tengamos experiencia, tenemos que buscar un lugar tranquilo, y lo más silencioso posible, donde no se nos pueda molestar. Luego, tendremos que agenciarnos un temporizador o avisador (hay relojes que tienen esta función), que podamos utilizar para programar una alarma (no muy escandalosa). El tiempo que programaremos, es decir, el que dedicaremos a “meditar”, debe estar comprendido entre cinco minutos como mínimo y media hora como máximo (aconsejable entre quince y veinte minutos).
En las técnicas budistas, son muy importantes las posiciones del cuerpo (hasta la de la lengua), sin embargo, con esta técnica no es tan importante. La única condición, es que la espalda este lo más recta posible. Podemos estar sentados en una silla, con la espalda recta, los pies apoyados en el suelo y los antebrazos y manos apoyadas con las palmas hacia abajo sobre los muslos, si se quiere, se pueden juntar las yemas de los dedos pulgar e índice (mudra), pero en esta posición, nunca cruzar piernas o brazos. Por supuesto, quien pueda hacer las posiciones de “semi loto”, o “loto completo”, mejor todavía, porque estas posiciones, fuerzan la espalda a que esté recta. Para los más cómodos, también se puede hacer completamente tumbado.
Desconectar el teléfono, móvil, etc…, porque parece que cuando nos ponemos a meditar, activamos un avisador luminoso diciendo: ¡Llamarme!, je,je.
Una vez puestos en la posición elegida, evitamos estar tensos, buscamos una posición natural, sin tensiones (brazos, piernas, cara, boca, relajados).
Bien ahora haremos por lo menos tres respiraciones conscientes profundas (más respiraciones si estamos muy alterados). Comenzamos expulsando todo el aire por la boca, hasta vaciar los pulmones. Después inspiramos poco a poco por la nariz, hasta llenar los pulmones completamente (el estomago saldrá hacia fuera al ser presionado por el diafragma), volvemos a tirar el aire poco a poco por la boca, hasta vaciar los pulmones. El tiempo de expulsión de aire y de inspiración, deben ser prácticamente iguales. Observaremos con atención estas maniobras respiratorias (respiración consciente). Una vez hayamos completado las secuencias de respiraciones (tres como mínimo), nos damos una orden mental “voy a meditar para……” (los puntos suspensivos puede ser: relajarme, centrarme, tener paz interior, ser ecuánime, es decir, la intención con la que se hace la meditación) pulsamos el temporizador para que comience su cuenta y cerramos los ojos (sin apretarlos).
Ahora respiraremos con normalidad (no profundamente). Nuestra mente comenzará con su “lluvia de pensamientos” (entrelazados o no). Bien ahora es cuando debemos centrar la mente.
Bien ahora haremos por lo menos tres respiraciones conscientes profundas (más respiraciones si estamos muy alterados). Comenzamos expulsando todo el aire por la boca, hasta vaciar los pulmones. Después inspiramos poco a poco por la nariz, hasta llenar los pulmones completamente (el estomago saldrá hacia fuera al ser presionado por el diafragma), volvemos a tirar el aire poco a poco por la boca, hasta vaciar los pulmones. El tiempo de expulsión de aire y de inspiración, deben ser prácticamente iguales. Observaremos con atención estas maniobras respiratorias (respiración consciente). Una vez hayamos completado las secuencias de respiraciones (tres como mínimo), nos damos una orden mental “voy a meditar para……” (los puntos suspensivos puede ser: relajarme, centrarme, tener paz interior, ser ecuánime, es decir, la intención con la que se hace la meditación) pulsamos el temporizador para que comience su cuenta y cerramos los ojos (sin apretarlos).
Ahora respiraremos con normalidad (no profundamente). Nuestra mente comenzará con su “lluvia de pensamientos” (entrelazados o no). Bien ahora es cuando debemos centrar la mente.
Si nuestro hemisferio predominante es el izquierdo, es decir, somos derechos y tenemos la parte lógica muy desarrollada, nos será más fácil centrar la mente, utilizando una cuenta atrás, pero si puede ser con un idioma diferente al materno, por ejemplo en mi caso, lo hacía en ingles ( a hundred, ninety-nine, ninety-eight,…). Mientras nuestra mente está centrada en la cuenta, no piensa en otra cosa. Si perdemos la cuenta, no pasa nada, es lo suyo y volvemos a empezar. Si terminados la cuenta, también volvemos a empezar. Esos pequeños microsegundos en el que podemos perder la cuenta o titubear, sería el estado de meditación buscado. Es como un “sueño consciente”, donde al principio se intensifican los sentidos.
Si nuestro hemisferio dominante es el derecho (somos zurdos, o muy creativos), entonces nos será más fácil imaginar una imagen, pero esta debe ser estática, y centrar nuestra mente en esa imagen para observarla detenidamente (pero no crear una historia, simplemente una imagen estática, una esfera, un cubo, una cruz, el símbolo ohm, etc… )
También podemos utilizar nuestra propia respiración, como objeto de observación, incluso observar cual es el primer pensamiento que aparece.
Cuando suene la alarma del temporizador, abrimos los ojos, soltamos el aire poco a poco por la boca, e inspiramos nuevamente por la nariz, y hacemos tres respiraciones profundas como al principio y nos damos la orden de “he terminado la meditación”.
Recordar: Ser observadores. NO esperar nada. Ante cualquier sensación, imagen, o lo que sea, simplemente observar, nunca intentéis analizar nada con el pensamiento discursivo, porque se interrumpe el estado. Después de la meditación (si lo recordáis) podéis intentar analizar.
Si nuestro hemisferio dominante es el derecho (somos zurdos, o muy creativos), entonces nos será más fácil imaginar una imagen, pero esta debe ser estática, y centrar nuestra mente en esa imagen para observarla detenidamente (pero no crear una historia, simplemente una imagen estática, una esfera, un cubo, una cruz, el símbolo ohm, etc… )
También podemos utilizar nuestra propia respiración, como objeto de observación, incluso observar cual es el primer pensamiento que aparece.
Cuando suene la alarma del temporizador, abrimos los ojos, soltamos el aire poco a poco por la boca, e inspiramos nuevamente por la nariz, y hacemos tres respiraciones profundas como al principio y nos damos la orden de “he terminado la meditación”.
Recordar: Ser observadores. NO esperar nada. Ante cualquier sensación, imagen, o lo que sea, simplemente observar, nunca intentéis analizar nada con el pensamiento discursivo, porque se interrumpe el estado. Después de la meditación (si lo recordáis) podéis intentar analizar.
En mi caso particular, realizo, desde hace más de una década, una meditación por la mañana y otra por la noche (y si las circunstancias lo requieren, más veces) , y mi consejo es crear un hábito similar. Llegará un momento, en que la meditación será muy importante para vuestras vidas. Con la práctica, no será necesario contar para entrar en ese estado, ni el temporizador para salir, saldremos de la meditación en el tiempo que ordenemos, tampoco será necesario ningún lugar en especial.
La próxima entrada hablaremos de los ¿para qué?
Imagen principal de nuestra colaboradora. Resto de imágenes, tal y como aparecen en internet.
Gracias por estos consejos. Se intentará...
ResponderEliminarContado así hasta parece fácil.
Por cierto, ¿y los zurdos contrariados?. Somos poco lógicos y arrasaron con nuestra creatividad,que ahora intentamos recuperar: haremos un combo.
Pd: Anandamida, supongo que sería por alguna aclaración que diste, en el tema de las áureas.Yo tampoco recuerdo ahora. Merci.
Veo, JV, que has puesto un tiempo óptimo de meditación de entre 5 y 30 minutos, siendo lo más aconsejable entre 15 y 20. ¿Qué pasa con meditaciones más prolongadas de, por ejemplo, 50 o incluso 60 ó 70 minutos? ¿No son aconsejables? ¿Por qué?
ResponderEliminarElena P.G: Sí, se trataba de alguna aclaración. Pero yo participo en el blog primero para divertirme, y después para compartir lo poco que sé y divagar sobre lo que podría saber.
Sorry, donde pone "áureas" quería decir "áuras"...
ResponderEliminarDe nada Elena P.G.. La técnica es fácil, sin embargo no es sencilla la tarea de “disciplinar” en la concentración y la observación, a una “mente” mal educada. Se necesita (ya que la técnica es fácil): voluntad y perseverancia (ritmo). Si tomas la decisión de “meditar”, es decir, si estás interesada en conseguirlo, ¡no lo intentes! ¡Hazlo! Cuando solamente intentamos, plantamos la semilla del fracaso. Tenemos que estar convencidos de que lo haremos y poner la voluntad en ello. No se pierde nada, no puede haber fracaso, solamente experiencia. Por eso dije, que hay que ir sin prejuicios. Cada vez que lo realizamos, mejorará con seguridad la cualidad de esa “meditación”.
ResponderEliminarLa mayoría de nuestra sociedad occidental, tiene el “cerebro izquierdo” hipertrofiado. Aunque ambos hemisferios son físicamente similares (en tamaño), si representáramos dicho tamaño en función de sus funciones (valga la redundancia), tendríamos el hemisferio izquierdo más del doble de grande que el derecho. Un zurdo es alguien que tiene más desarrolladas las funciones del hemisferio derecho. Si se le fuerza a utilizar la derecha, se estimulan las funciones del hemisferio izquierdo. Es mucho más probable que un zurdo se haga ambidiestro en nuestra sociedad, ya que su hemisferio derecho ya estaba predispuesto por naturaleza, y el izquierdo se ha entrenado. Entonces, ee vuelve a re-entrenar el derecho y ya está.
El estado ideal es el equilibrio. Una persona con los dos hemisferios cerebrales equilibrados, con poco entrenamiento será ambidiestro, lógico, intuitivo, creativo,…etc.
La mayoría en nuestra sociedad, con el cerebro izquierdo hipertrofiado, necesitaríamos para conseguir el equilibrio, ejercitar más las artes (pintura, escultura o música).
Anandamida, esta técnica concreta tiene un máximo de 30 minutos, porque es muy fácil, que si superamos esos 30 minutos entremos en “sueño profundo” y abandonemos ese estado de “sueño consciente” sin pensamiento. Y que con menos de 5 minutos, no alcancemos ese estado. Si nos dormimos, ya no ha sido una meditación, ha sido una sueñecito. Yo suelo estar alrededor de los 20 minutos por meditación.
ResponderEliminarUf, jo no se, no se, em sona molt estranya aquesta pràctica, no em veig practicant-la. Però reconec que els que la practiqueu heu d'afrontar el dia amb un altre esperit, més tranquil, més clar. Jo soc un "atarantat" (faig les coses de pressa, nervioses i no amb massa precisió)
ResponderEliminarEnric, si haciendo las cosas deprisa, nervioso y sin mucha precisión te encuentras bien, y no te estresas, pues continua por ese camino. Esto, es como el que sabe que comiendo una dieta equilibrada facilitará las funciones de su cuerpo físico, pero le gustan mucho la chuches, pastelitos, bollería y fritos, y dice: “no me veo yo comiendo natural y equilibradamente”. Para eso somos libres (y responsables), y cada uno decide voluntariamente lo que quiere.
ResponderEliminarAl principio todo cambio de hábito cuesta un esfuerzo. Lamentablemente, se aprende “por las malas”, es decir, cuando ya tenemos un problema (ansiedad, estrés, etc…, o ya a nivel del cuerpo físico-material: ulceras gastrointestinales, anginas de pecho, problemas de colon, etc..) entonces se buscan las soluciones por la vía rápida. “Curar”, en lugar de prevenir.
Esto de la meditación, es como la tónica. Al principio sabe amargo pero después gusta. El esfuerzo que en nuestros días, supone estar a solas con uno mismo, sin estar en actividad física o excitando los sentidos, cuesta al principio. Pero luego, creamos un hábito saludable y que gusta.
Pues tiene razón Elena P.G, visto así es tan sencillo... y es que lo es.
ResponderEliminarEs fácil entender que, por ejemplo, para una persona sedentaria y entraditos ya en cierta edad, comenzar a hacer deporte sea cuestión de mucha voluntad y además tener cuidadín por la falta de hábito. Si se empieza, al día siguiente no se puede subir ni un escalón, te duele todo el cuerpo, y te mueves como robocop. Amén del peligro para la salud si forzamos en exceso el corazón creyendo que el tiempo no ha pasado y aún tenemos 20 años. Algunos infartos he visto en urgencias de cuarentones o cincuentones que habían quedado con los amigos para echar un partidito de fútbol y han petado.
Pero esto no es extrapolable a la práctica de la meditación porque para ello no hay que hacer nada, ¡ni siquiera pensar! Al día siguiente no tenemos agujetas, no hay peligro para el corazón, y además no cansa.
El único motivo, pues, para no intentarlo por lo menos, es nuestra propia negativa como el "yo no puedo" o "eso no va conmigo". Pero teniendo en cuenta que es gratis, saludable, y no engorda...¿por qué no hacerlo?
Gracias!! Hace seis meses que medito diariamente, pero hoy ha sido diferente. Esta mañana nos informaste de esta serie de entradas referentes a la meditación. Tras leer "la saga" al completo, incluidos los comentarios y fotos, he vuelto a leer la parte en la que describes como meditas tu y lo he aplicado.
ResponderEliminarHa sido maravilloso, hasta me he emocionado, he sido capaz de mantener durante casi toda la meditación un sentimiento y sensación muy gratificante, que en otras meditaciones lo había intuido, pero no disfrutado, y es muy similar a una sensación que experimentaba de forma esporádica cuando era pequeña, en ocasiones al intentar dormir y otras al soñar con un sueño específico.
GRACIAS OTRA VEZ!!
Evidentemente voy a seguir practicando y os animo, MEDITAR...
Dianna, me alegra mucho que te haya servido la técnica. No hay nada como la propia experiencia.
ResponderEliminarAsí que a seguir practicando. Cuantos más seamos mejor. ;-)