Entreme donde no supe
y quédeme no sabiendo
toda sciencia trascendiendo
Yo no supe donde estaba
pero cuando allí me vi
sin saber donde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo
Toda sciencia transcendiendo…
y quédeme no sabiendo
toda sciencia trascendiendo
Yo no supe donde estaba
pero cuando allí me vi
sin saber donde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo
Toda sciencia transcendiendo…
Primeros versos del poema “Entreme donde no supe” de San Juan de la Cruz.
El poema completo lo podéis leer en:http://famille.delaye.pagesperso-orange.fr/Juan/poesias.html
La primera vez que escuché este poema (en casa de unos amigos), quedé impresionado, porque enseguida me vino al pensamiento: “la meditación”. Hasta entonces, tengo que confesar que yo no era muy dado a la poesía.
Este enfoque de la meditación-contemplación, es el que depende de la “creencia” individual de cada uno de nosotros, y es por lo tanto para los “espiritualistas” (entiéndase como tales, a aquellos que creemos en algo más que la materia) un camino de investigación.
No me gustaría terminar esta secuencia de entradas sobre la meditación, sin apuntar la siguiente
reflexión, que considero de máxima importancia:
No existe una conexión directa entre la práctica de la meditación-contemplación y la virtud. Es decir, el meditar no implica automáticamente un juicio “moral bueno” o un comportamiento ético. Por lo tanto, para que la práctica meditativa tenga valor como contribución “positiva” a todo el mundo, es necesaria un compromiso en el desarrollo moral individual por nuestra parte (en el budismo esto es lo que se conoce como el “Noble óctuple sendero”: pensar correcto, acción correcta, etc…). Una vez que la voluntad está en ese camino, la meditación lo potencia. Una clave está en la humildad (nos sentirnos superiores a ningún otro ser humano) y la otra la “reverencia”, pero no a las personas, sino a esos principios éticos-morales “elevados”, que a todos nos gustaría que estuviesen presentes en el mundo.
Para profundizar en esto, hay un libro muy interesante al respecto: “Meditation as Contemplative Inquiry: When Knowing Becomes Love” Del Dr. Arthur Zajonc.
http://www.arthurzajonc.org/Publications.php
Imagen principal tal y como aparece en internet.
Lo siento, Josevi, yo me perdí en la tercera entrada. Dejo la iniciación para otro momento vital ;)
ResponderEliminarEstá muy bien Enric, cada uno tiene que elegir su momento libremente, ya que solamente es eficaz, cuando uno mismo lo considere necesario (o simplemente interesante) ;-)
ResponderEliminarSalut
Está bien que añadas esa reflexión, porque es aclaratoria. Hay quien se cree que por meditar es una persona buena y a los que no lo hacemos, nos mira por encima del hombro.
ResponderEliminarBonito poema el que has elegido como introductorio. Gracias por esta completísima serie.
De nada Elena P.G., pero no es una completísima serie, es simplemente una pequeña aproximación.
ResponderEliminarCreo que la meditación es una técnica psicológica que facilita el manejo de la tensión nerviosa acusada en nuestra vida occidental. Ocurre que aquí se suele asociar al misticismo oriental, y la gente piensa automaticamente en una relación con las creencias religiosas de aquella parte del mundo. Pero la meditación, desde el punto de vista puramente técnico, no tiene ninguna connotación religiosa.
ResponderEliminarComo bien apunta JV, la meditación potencia la actitud y aptitud del practicante, ya sea para escribir, pintar, desconectar del ruidoso mundo, o... para desarrollar las capacidades espirituales del individuo. Por tanto, la meditación es una herramienta que puede ser usada según las necesidades y creencias de quien la practique sin necesidad de estar directamente relacionada con creencia o religiosidad alguna.
Por eso, me uno a las gracias que da Elena P.G. sobre esta serie, ya que JV nos ha dado una visión de esta técnica sin ningún tipo de asociación a ideología externa.
Gracias a vosotros.
ResponderEliminarmuy bien podría ser una poesía la voz de una meditación
ResponderEliminarentiendo lo que dices de la "relativa desconexión" entre meditación y bonhomía (lo prefiero, este vocablo o similar sinónimo, a "compromiso", aunque lo comprendo y me valdría también), sin embargo, y seré ingenuo (imperdonable a mi provecta edad), pero yo sí querría imaginar un sendero necesario entre ambas instancias
no sé, no me imagino a un genocida meditando
(yo también creo en algo más que la materia, socio, creo en beyoncé divina de la muerte, pero integrista total)
Si. Estoy de acuerdo con CrisC. Aunque yo también he pretendido separar meditación y "creencia", en el fondo me es evidente que su práctica contiene algo de "misticismo innato".
ResponderEliminarAmigo CrisC, efectivamente bien podría ser una poesía la voz de una meditación.
ResponderEliminarPero no creas, la meditación es una herramienta. Como puedes utilizar un afilador para afilar el cuchillo, que se puede utilizar para cortar el pan o para matar. Depende de la intención con la que se usa. Podrían ser meditadores tanto “la madre Teresa de Calcuta” como “Adolf Hitler”.
Lo de no me imagino un “genocida meditando”, a mi me ha traído a la cabeza la frase de “Darth vader: You don’t know, the power of the dark side”.
(Beyoncé, efectivamente también es algo más que materia, je,je)
Anandamida, creo que asignarle un misticismo a la meditación (que yo personalmente también se lo doy), depende de las creencias de cada uno (aunque posiblemente haya un tendencia innata como dices, debido al origen de su divulgación)
ResponderEliminar¿Cómo que "y IV"? ¡Ah, no, que no!
ResponderEliminar¿Cómo que y ¡Ah, no, que no!? Mi intención era mostrar la “punta del Iceberg” que me enseñaron, y yo he “visto”. Ahora que cada uno si lo considera adecuado, que investigue la parte oculta asociada y que no se ve (del “iceberg” digo, je,je)
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