domingo, 13 de septiembre de 2009

Caso práctico II ¿Quién es, el que elige?


Supongamos que una persona ejerciendo su libertad decide consumir drogas (alcohol, tabaco, estupefacientes, etc…) con un fin (olvidarse de sus problemas, controlar la ansiedad, inspirarse, etc…). ¿Pierde en algún momento su libertad? Si él decide empezar y no pone voluntad en parar ¿sigue siendo libre?, ¿ha sido presa de su propia libertad?

Planteándonos el concepto de la libertad, han surgido diferentes formas de acercarnos a él. Hemos visto que en un principio, las restricciones de libertad que plantea el mero hecho de interactuar en un mundo físico-material limitado, no es óbice para anular nuestra “sensación de libertar”, por lo tanto, en el caso mencionado anteriormente, se puede decir “yo decido seguir tomando drogas libremente (el yo controlo)”. ¿Quién es, el que está eligiendo realmente la opción drogarse?.
PD. Hemos empleado la droga química, para que se vea más claro, pero esto puede ser perfectamente ampliado a cualquier adicción (motivada por cualquier deseo)

8 comentarios:

  1. Creo que sería útil establecer una diferencia ontológica (conceptual).

    Por un lado, el ser humano es intrínsecamente libre: no es concebible su naturaleza misma sin esa dimensión radical (de raíz) de su ser.

    La fábula del escorpión y la rana muestran lo que quiero decir: el escorpión le pide al batracio que lo ayude a cruzar el río sobre su lomo; la rana le dice una leche que me hincas el aguijón y moriré envenenada; no seas pava, le dice el artrópodo, si hago eso yo moriré ahogado; a la rana le parece razonable, y lo sube en su chepa: en mitad del río el escorpión le hinca el aguijón. ¿Por qué lo has hecho, capullo? ¡Vamos a morir los dos! Lo siento, dice el que se fue de la pinza, no lo puedo evitar, está en mi naturaleza. Colorín, colorado…

    En efecto, somos escorpiones y en nuestra naturaleza está incardinada, paradójicamente, la libertad. Paradójicamente (cosas del lenguaje), no somos libres de no ser libres.

    Otra cosa, por otro lado, es que hay miles de condicionamientos: educación, drogas, genética, el atlético de madrid (papá, ¿por qué somos del aleti? Hijo mío, somos escorpiones atléticos)…, y esos condicionamientos pueden ser tan poderosos que atenten contra nuestra propia supervivencia e incluso encaucen nuestras decisiones en función de esos condicionamientos, pero no alteran ni un ápice la libertad radical de nuestra condición humana.

    Lo que quiero decir es que esos condicionamientos forman parte del paquete de nuestra libertad. Somos libres a fuer de condicionados.

    Si no hacemos esta distinción, la conclusión sólo podría ser que, en efecto, esos condicionamientos deciden por nosotros y, por tanto, serían determinaciones: no habría libertad alguna.

    Le debo el zooejemplo a Fernando Savater y creo que buena parte de lo que he escrito.

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  2. Totalmente de acuerdo. Los condicionamientos que limitan nuestra libertad forman parte de nuestro elenco de libertades, y cada uno coge los que quiere.

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  3. Estoy de acuerdo completamente contigo amigo CrisCrac. Por un lado somos “Seres intrínsecamente libres” y por el otro lado, hay miles de condicionamientos que como tú muy bien dices, encauzan nuestras decisiones y pueden atentar contra nuestra propia supervivencia. Entonces ¿quizás podríamos concluir que?:
    “El Ser humano, al ser intrínsecamente libre, puede mediante su propia voluntad, eliminar como le “afectan” todos los condicionamientos externos a su propia naturaleza”.

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  4. Bueno JV, sería una forma de expresarlo. Siempre tendremos la posibilidad de cambiar nuestros condicionamientos adquiridos. Yo antes era del barça y ahora soy del madriz, ¿por qué? porque la chavala que me mola es de la tierra del cocido y los callos, ¡mmmMMMmmm, ñam ñam! (por ejemplo).

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  5. Anandamida, yo no hablo de sustituir un condicionamiento por otro (de hecho, es lo que hace la mayoría). Precisamente esa actitud, es la que hace manifiesto una falta completa de voluntad (ahí están los chicles de nicotina, ansiolíticos, metadona, obesidad no morbida, etc…). Pienso, que todos en nuestro interior sabemos como hay que actuar. Solamente necesitamos voluntad.
    Respecto al futbol, no soy de ningún equipo, ni me va ni me viene, si hay que ver un partido se ve (con mi padre que es del Valencia) ¿se consigue algo siendo de un equipo? Como hemos visto en un comentario anterior, CrisCrac es del aleti y por lo visto es algo genético. Que curioso, en mi caso ha fallado eso de los genes con respecto al futbol.

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  6. No quiero (ni puedo) quitarte la razón, amigo JV, ya que considero que la tienes. Pero creo que la tienes en un marco teórico, que no es el que estamos analizando en este post. La posibilidad de eliminar nuestros condicionamientos ya fue discutida al hablar de si era viable y oportuno “vaciar la taza y hacer tábula rasa”.
    En este post estamos analizando y discutiendo cómo nuestros condicionamientos limitan o no nuestra libertad, pero no estamos contemplando la posibilidad de eliminarlos. Mis palabras textuales: “Los condicionamientos que limitan nuestra libertad forman parte del elenco de nuestras libertades”. Y en mi última entrada lo argumento con el ejemplo de un hipotético seguidor del barça que se cambia al madriz porque sus circunstancias cambian. Ni soy del barça, ni soy del madriz, ni tengo una novia madrileña (que se sepa).
    He estado 16 años trabajando con toxicómanos y tengo que decir que el cambiar el condicionamiento de la chutona por el de la metadona es, para ellos, un logro de magnitud inimaginable para quien no sabe lo que es un “mono”. Después ya vendrá el segundo paso de cambiar el condicionamiento de la metadona por el de unos simples ansiolíticos. Y más tarde cambiará el condicionamiento de los ansiolíticos por el condicionamiento de, por ejemplo, el té verde. Y todo ello es “libertad y voluntad” del afectado, no menospreciemos. Pretender que algunos condicionamientos sean eliminados sin ser sustituidos por otros es como pretender que todos podamos subir al Everest sin oxigeno. Es cierto que algunos, muy pocos, pueden conseguirlo. Pero no es lo normal y más frecuente. Esto es lo que de verdad se puede llamar un “caso práctico” como reza el título del post.
    Por último, yo no soy futbolero pero, ¿qué tiene de malo ser aficionado al fútbol? ¿qué tiene de malo ser seguidor del barça, del madriz, o del atleti?

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  7. Bueno, lo malo de ser del Atleti es que no lo puedes evitar y solemos, cachis, palmar casi siempre. Aúpa Aleti.

    Creo que escribí no hace mucho que nuestras lecturas, como le ocurrió a Alonso Quijano, conforman, entre tantas otras cosas, el ser que somos y que, dado ese hecho irrefutable, a cada uno de nosotros nos corresponde, si no ser los autores de nuestras vidas sí reclamar y construir una cierta coautoría.

    A esto lo llamamos libertad.

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  8. Tienes razón Anandamida en la práctica no es tan fácil. Porque aunque (en nuestra sociedad cada vez menos) se pueden hacer las cosas con voluntad, todavía no “creemos” en ella lo suficiente.
    No he trabajado directamente con toxicómanos, pero hace un tiempo en nombre de una ONG, fuimos a una “granja de rehabilitación” cerca de Liria, dirigida por un párroco evangelista, este hombre recogía toxicómanos de la calle (ya desahuciados). Les ofrecía lugar para dormir y comer y voluntad para curarse. Se los llevaba a la granja y en unos dos o tres meses (según nos contaba él) quedaban “rehabilitados”. Solo utilizaba, y en pequeña medida Paranfetamol (Termalgil en este caso). Cuando sentían que empezaba el “mono”, les hacía trabajar muy duro en la tierra (uno de ellos, me contaba, que el corría la ladera de la montaña de arriba abajo varias veces hasta que quedaba agotado). En este caso, no había sustitutivo para el desenganche. Si querías ser libre de la droga, el camino era el del sufrimiento.
    En mi propio caso (y salvando las distancias con respecto a los toxicómanos), fumador desde los dieciocho años de una cajetilla o más diaria (negro y rubio). A los veintisiete, dejé de fumar de un día para otro. Lo que activó mi fuerza de voluntad, fue que nacería mi hija, me pregunte ¿Cómo le voy a decir a mi hija que el tabaco es malo con un cigarrillo en la mano (que es como me lo dijeron a mí)?. Si que tenía ganas “irresistibles” de los cigarritos tertulianos y después de comer, pero nunca necesité ni parches, ni chicles ni fanfarrias. Si yo lo pude hacer, cualquiera lo puede hacer.
    Pero estoy de acuerdo contigo, es un tema de gradación, cada uno necesitará una cosa u otra para liberarse de los condicionamientos, pero lo que debe ser común a todos es la voluntada de hacerlo.
    Respecto al fútbol, para mí no hay nada malo en ser aficionado y ver jugar partidos. El problema viene cuando lo único que hay en la vida es el fútbol y todo lo demás, queda en segundo plano, permitiendo esto, las aberraciones económicas que se hacen en nombre del mismo (lo respeto y acepto, pero no lo comparto).
    Respecto a pertenecer a un equipo u otro, bueno desde mi punto de vista veo dos problemas: El primero “sufrimiento garantizado” sino que se lo digan a los del Aleti eh! CrisCrac (aunque ser del Aleti no lo puedas evitar). El segundo y para mi mas grave, cuando se toma “partido”, marcamos un hecho diferencial para ponernos en frente del otro y entramos en “competición” (que es en lo se basa nuestra sociedad) y esto, en un entorno de “sana competición”, no pasaría nada. El que juega mejor gana, el otro pierde o empata y ya está. El problema (que es lo más habitual en los hinchas) es que hay que ganar como sea, y empiezan las pérdidas de los nervios, los tumultos agresivos, las batallas campales, destrozos e incluso muertes.
    Completamente de acuero CrisCrac con reclamar y construir cierta coautoría (hasta poder ser los autores).

    PD. Perdón por el rollazo que me ha salido.

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